miércoles, 13 de junio de 2012

“Preparación Cultural” de Técnica y Civilización de Lewis Mumford

1. MÁQUINAS, OBRAS DE INGENIERÍA Y “LA MÁQUINA” 


Durante el último siglo la máquina automática o semi-automática ha llegado a desempeñar un gran papel  en  nuestra  rutina  diaria;  y  hemos  llegado  a  atribuir  al  instrumento  físico  en  sí mismo  el conjunto  de  costumbres  y métodos  que  lo  crearon  y  lo  acompañaron. Casi  todas  las  discusiones sobre tecnología desde Marx en adelante han tendido a recalcar el papel desempeñado por las partes más móviles  y  activas  de  nuestro  equipo  industrial,  y  ha  descuidado  otros  elementos  igualmente críticos de nuestra herencia técnica.
 
¿Qué es una máquina? Excepción hecha de las máquinas sencillas de la mecánica clásica, el plano inclinado, la polea y otras más, la cuestión sigue siendo confusa. Muchos de los escritores que han discutido  acerca  de  la  edad  de  la máquina  han  tratado  a  ésta  como  si  fuera  un  fenómeno muy reciente,  y  como  si  la  tecnología  artesana  hubiera  empleado  sólo herramientas  para  trasformar  el medio.  Estos  prejuicios  carecen  de  base.  Durante  los  tres  mil  últimos  años,  por  lo  menos,  las máquinas  han  sido  una  parte  esencial  de  nuestra más  antigua  herencia  técnica.  La  definición  de Resuleaux  de  una  máquina  se  ha  hecho  clásica:  “Una  máquina  es  una  combinación  de  partes resistentes  dispuestas  de  tal manera  que  por  sus medios  las  fuerzas  de  la  naturaleza  puedan  ser obligadas a  realizar un trabajo acompañado por ciertos movimientos determinantes’’ pero esto no nos  lleva  muy  lejos.  Su  lugar  se  debe  a  su  importancia  como  primer  gran  morfólogo  de  las máquinas, pues deja fuera la amplia clase de máquinas movidas por la fuerza humana.

Las máquinas se han desarrollado partiendo de un complejo de agentes no orgánicos para convertir la  energía,  para  realizar  un  trabajo,  para  incrementar  las  capacidades mecánicas  o  sensorias  del cuerpo del hombre o para reducir a un orden y una regularidad mensurables los procesos de la vida. El  autómata  es  el  último  escalón  en  un  proceso  que  empezó  con  el  uso  de  una  u  otra  parte  del cuerpo humano como  instrumento. En el  fondo del desarrollo de  los  instrumentos y  las máquinas está el intento de modificar el medio ambiente de tal manera que refuerce y sostenga el organismo humano; el esfuerzo es  o  bien aumentar  la potencia de un organismo por  otra parte desarmado, o fabricar  fuera  del  cuerpo  un  conjunto  de  condiciones  más  favorables  destinadas  a  mantener  su equilibrio  y  asegurar  su  supervivencia.  En  lugar  de  una  adaptación  fisiológica  al  frío,  como  el crecimiento de los pelos o el hábito de la hibernación, se produce una adaptación ambiental, como la que se hizo posible con el uso de vestidos o la construcción de abrigos.

La distinción esencial entre una máquina y una herramienta reside en el grado de independencia, en el manejo de la habilidad y de la fuerza motriz del operador: la herramienta se presta por sí misma a la manipulación, la máquina a la acción automática. El grado de complejidad no tiene importancia: pues, usando la herramienta, la mano y el ojo humanos realizan acciones complicadas, que son el equivalente, en  función,  de una máquina muy perfeccionada; mientras que, por  otro  lado, existen máquinas  sumamente  efectivas,  como  el  martinete,  que  realizan  trabajos  muy  sencillos,  con  la ayuda de un mecanismo relativamente simple. La diferencia entre las herramientas y las máquinas reside  principalmente  en  el  grado  de  automatismo  que  han  alcanzado;  el  hábil  usuario  de  una herramienta se hace más seguro y más automático, dicho brevemente, más mecánico, a medida que sus movimientos voluntarios se convierten en reflejos, y por otra parte, incluso en las máquinas más automáticas,  debe  intervenir  en  alguna  parte,  al  principio  y  al  final  del  proceso,  primero  en  el proyecto  original,  y para  terminar en  la destreza  para  superar defectos y  efectuar  reparaciones,  la participación consciente de un agente humano.

Además, entre la herramienta y la máquina se sitúa otra clase de objetos, la máquina herramienta: aquí,  en  el  torno  o  en  la  perforadora,  tenemos  la  precisión  de  la máquina más  perfecta  unida  al servicio experto del trabajador. Cuando se añade a este complejo mecánico una fuente externa de energía,  la  línea  divisoria  resulta aún más  difícil de establecer. En general,  la máquina acentúa  la especialización  de  la  función  en  tanto  que  la  herramienta  indica  flexibilidad:  una  cepilladora mecánica  realiza  solamente  una  operación,  mientras  que  un  cuchillo  puede  usarse  para  alisar madera,  para  grabarla,  para  partirla,  para  forzar  una  cerradura,  o  para  apretar  un  tornillo.  La máquina automática es, pues, un tipo de adaptación muy especializada; comprende la noción de una fuerza  externa  de  energía,  una  relación  recíproca más  o menos  complicada  de  las  partes  y  una especie  de  actividad  limitada.  Desde  el  principio  la  máquina  fue  como  un  organismo  menor proyectado para realizar tan sólo un conjunto de funciones.

Junto con estos elementos dinámicos en la tecnología hay otros, más estáticos en cuanto al carácter, pero igualmente importantes en cuanto a sus funciones. Mientras el desarrollo de las máquinas es el hecho técnico más patente de los últimos mil años, la máquina, bajo la forma de la perforadora de fuego  o  del  torno  del  alfarero,  ha  existido  desde  por  lo menos  los  tiempos  neolíticos. Durante  el período  más  antiguo,  algunas  de  las  adaptaciones  más  efectivas  del  ambiente  vinieron,  no  del invento de las máquinas, sino del invento igualmente admirable de utensilios, aparatos y obras. El cesto  y  la marmita  corresponden  a  los  primeros,  la  cuba  para  teñir  y  el  horno  de  ladrillos  a  los segundos,  y  los  embalses  y  acueductos,  las  carreteras  y  los  edificios  a  los  terceros.  El  período moderno nos ha dado finalmente las obras de energía, como el ferrocarril o la línea de transmisión eléctrica,  que  funcionan  solamente mediante  la  operación  de maquinaria  de  energía. En  tanto  las herramientas y las máquinas transforman el medio ambiente cambiando la forma y la situación de los objetos, los utensilios y los aparatos han sido utilizados para efectuar transformaciones químicas igualmente necesarias. El curtido,  la  fabricación  de cerveza,  la destilación, el  teñido han  sido  tan importantes en el desarrollo  técnico del hombre como  forjar  o  tejer. Pero  la mayor parte de estos procedimientos se mantuvieron en su estado tradicional hasta la mitad del siglo XIX, y sólo desde entonces  es  cuando  han  sido  influidos  en  un  grado más  amplio  por  el mismo  juego  de  fuerzas científicas, y de intereses humanos que estaban perfeccionando la moderna máquina de energía. 
En la serie de objetos desde los utensilios a las obras existe la misma relación entre el hombre que trabaja y el procedimiento que uno observa en la serie entre herramientas y máquinas automáticas: diferencias en el grado de especialización, y el grado de impersonalidad. Pero como la atención de la  gente  se  dirige más  fácilmente  hacia  las  partes más  ruidosas  y  activas  del medio  ambiente,  el papel de las obras y de los aparatos se han descuidado en la mayor parte de las discusiones sobre la máquina,  o  lo  que  es  en  casi  peor,  dichos  instrumentos  técnicos  han  sido  todos  ellos  torpemente agrupados  como máquinas.  El  punto  que  hay  que  recordar  es  que  ambos  han  desempeñado  una parte  enorme  en  el  desarrollo  del  medio  ambiente  moderno;  y  en  ninguna  etapa  de  la  historia pueden separarse los dos medios de adaptación. Todo complejo tecnológico incluye a ambos: y no menos el nuestro moderno.

Cuando use la palabra máquina de aquí en adelante me referiré a objetos específicos como la prensa de  imprimir  o  el  telar  mecánico.  Cuando  use  el  término  “la  máquina”  me  referiré  como  una referencia abreviada a todo el complejo tecnológico. Este abarcará el conocimiento, las pericias, y las  artes  derivadas  de  la  industria  o  implicadas  en  la  nueva  técnica,  e  incluirá  varias  formas  de herramientas, aparatos y obras así como máquinas propiamente dichas.

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