domingo, 26 de agosto de 2012

La Novia Mecánica: sexo con fembots y erotismo inorgánico

Autor: Aleph de Pourtales. Publicado en pijamasurf.com

La fantasía masculina de una muñeca sexual culmina en el fembot hiperreal, capaz de emular la perfección física y de complacer todos los deseos; sin embargo, ¿hasta que punto pueden los robots verdaderamente sustituir el erotismo humano y su energía vital?.

Aunque el sexo es vital no sólo para la reproducción del ser humano sino para su más elemental salud física, mental y hasta espiritual (el cuerpo es el portal), este grial social no está reservado para todos los seres humanos. Ciertamente no el sexo que vemos publicitado en los medios (con supermodelos y atletas, con fabulosos desempeños) y tampoco, en gran medida por esta misma ofuscación e inundación, el sexo de las tradiciones místicas, el puerto de acceso a lo divino. Sin embargo, el ser humano puede considerarse afortunado: son muchas las especies animales  (dentro de ellas especialmente los machos) que, aunque viven prácticamente solo para aparearse, jamás lo consiguen. Copular, el impulso primario de sobrevivencia y expansión, es a la vez un privilegio energético de los más aptos.

El hombre se las arregla para tener sexo –obligado no sólo por el cuerpo, también por la mente colectiva. Si bien este sexo puede estar lejos de la espiritualidad y el romanticismo (del tantra y de la poesía), existe toda una gama de posibilidades y una industria mulifacética que ayudan al hombre a conseguir su cometido bioexistencial –todo lo demás en ocasiones parece incierto: solo es real el sexo y la muerte, parafraseando a Woody Allen.  Esta industria sexual parece encaminarse a la tecnosexualidad, más allá “del rubor helado” de las prostitutas: el confort eléctrico de los robots.  Ya hemos visto que se acerca “la era dorada del vibrador”: mujeres que no consiguen tener sexo o que no logran tener orgasmos con un hombre se refocilan en falos electrónicos de irresitible diseño.  En el caso del hombre, lo que impera es la muñeca inflable, dando paso al fembot: robots hiperreales que se acercan cada vez a emular la sensación “calientita” de una vagina  y un cuerpo femenino”real” y a los paradigmas de la belleza ideal. 

En un intersantísimo nuevo documental, The Mechancial Bride (La Novia Mecánica),  Allison de Fren explora la extraña relación entre el ser humano y sus acompañantes artificiales, desde Metropolis a Battlestar  Galactica y los más actuales robots de amor. De Fren toma el título prestado del homónimo libro de Marshall McLuhan, en el que el brillante crítico estudia “la interfusión cultural del sexo y la tecnología en las estrategias de publicidad de su época”.
 
La mirada femenina de de Fren analiza la mirada masculina que se posa y pervierte el cuerpo de la mujer. “La mujer ideal de la publicidad es un cuerpo fragmentado con partes reemplazables, cuyo origin es la línea de ensamble del capitalismo consumista. La Muñeca Real [Muñeca sexual hiperrealista] es la culminación de esta lógica. Esta ordenada de la misma forma que un auto, con detalles personalizados incluyendo cabeza, tipo de cuerpo, cabello, color de ojos, tamaño de senos y labios”.  McLuhan había dicho:  ”¿Notaste los cuerpos de Modelo-T de las mujeres en la película retro de 1930 ayer en la noche?”.

Otro de los temas subyacentes dentro del tecnoerotismo es la objetificación del cuerpo, especialmente el femenino,  ese oscuro y luminoso objeto del deseo. Desde los ginoides hasta los sofisticados fembots –algunos de los cuales prometen ser tan bellas o exactemente iguales a las celebridades o tener un software incorporado para perfeccionar las artes amatorias.

 “En su libro Love and Sex With Robots, David Levy, predice que dentro de medio siglo, la intimidad sexual entre humanos y sus acompañantes robóticos serán tan común que la sociedad tendrá que resolver cuestiones como la prostitución de robots y el matrimonio entre robots y humanos.  Muñecos de Anime y fantasía, los cuales han sido populares en Japón por un buen rato, se están popularizando en Estados Unidos, donde las mujeres y las muñecas se empiezan a parecer”, escribe De Fren.
Si bien a muchos este liga erótica entre hombre y bot les podría parecer el máximo signo de decadencia humana y de enajenación tecnológica, para otros los robots son seres que aunque inorgánico podrían tener un alma, una conciencia. Esto se vería potenciado por la llegada de la inteligencia artificial: la fantasía de un tecnosueño americano de sofa: un robot que no sólo tenga el cuerpo de una modelo de Victoria’s Secret, sino que te diga “mi amor” en 200 idiomas y tenga el carácter más dulce (aunque se le pueda programar un poco de S&M). El sexo de la élite  a través de circuitos para los socialmente discapacitados.

Algunos analistas sugieren que las relaciones sexuales entre robots y humanos no proliferarán ya que existe un intangible, un no sé que de espiritual, de animista, que difícilmente podrán obtener los robots. ¿Pero los clones? Aunque claro los clones tendrán libre albedrío y no podrían ser esclavizados; pero se podrían crear ciertamente híbridos. Seres de carne y hueso con sistemas operativos cibernéticos que puedan ser empleados para todo tipo de tareas y fantasías. ¿Patético? Probablemente. Al mismo tiempo el avance de la neurociencia podría hacer posible tener relaciones sexuales virtuales y telepáticas: por lo que el hardware podría salir sobrando.

Valdría preguntarse si esta industrialización del sexo, esta mecanización de la intimidad no es el resultado de una especie de divorcio consustancial entre los sexos, de una incomprensión fundamental, en buena medida consecuencia de una sociedad patriarcal –en la que el poder se significa a través de la posesión: mujeres, tierra, y ahora máquinas.

viernes, 17 de agosto de 2012

Elogio a la maquina

Publicado originalmente en: El Mundo Segun Bauman

Por Alvin Reyes


La ciencia y la técnica forman dos mundos independientes pero relacionados. La máquina era una falsificación de la naturaleza, regulada y controlada por la mente de humana. La cuestión era que la invención se había convertido en deber y deseo de usar nuevas maravillas de la técnica, la necesidad de invención era un dogma, y el ritual de la rutina mecánica era el elemento de unión en la fe. Tras su aparición, la máquina se justificó a sí misma apoderándose de sectores de la vida descuidados en su ideología”. Lewis Mumford

El hombre se despertó, el sonido de una versión electrónica de una melodía de Mozart le trajo de vuelta desde el mundo de los sueños. Tomó en sus manos la pequeña maquina cuadrada que producía el sonido, la misma máquina asombrosa que le permitía hablar y compartir información con otros hombres, siempre que estuviesen dotados de artefactos similares. Sentado en la cama acercó un mando a distancia y por medio de un hilo invisible detuvo la fabulosa maquina acondicionadora de aire, que le permitía dormir fresco mientras afuera quemaba el calor tropical. Segundos después el hombre tomo otro artilugio electrónico y, de nuevo usando la magia de la invisibilidad, encendió una de las máquinas más fabulosas.

El aparato rectangular brilló y las imágenes y el sonido brotaron de aquella maravilla de la inventiva, la cual se potenciaba porque unida a ella estaba conectada otra pequeña máquina en forma de cajita cuadrada que conectada a una máquina-antena sobre su techo le traía, desde miles de kilómetros, imágenes del mundo entero. Y así en pocos minutos, el hombre se enteró de cosas que pasaban lejos de la tranquilidad de su casa por medio de la magia de los satélites. Se dirigió después a su cuarto de baño donde un pequeño aparatito que zumbaba como un abejón le quita la barba de tres días. Que fabulosos era contar con todas estas maravillas de la ciencia del hombre.

Ya vestido para el trabajo otra máquina eléctrica le preparó un café que degustó mientras ignoraba cuantas maquinas se habían puesto en movimiento para que a esa hora de la mañana el disfrutara de ese aromático café. Salió de su apartamento sin preocuparse de los cinco pisos que debía descender porque un aparato ascensor lo llevaría cómodamente a la superficie.

Y entonces debajo del edifico donde vivía estaba el aparcamiento donde se guardaba una de las maquinas supremas. Una de los ingenios mecánicos más admirando por este y todos los hombres. La de nuestro personaje era particularmente hermosa, estilizada, un todo terreno equipada con todos los artilugios y juguetes que solo la ciencia del hombre podría inventar para que el desplazarnos sobre el planeta no sea un mero recorrido de distancia, sino un placer al que todos teníamos derecho. Millares de horas hombres y horas maquina se han invertido en el desarrollo de este portento de comodidad y lujo para que este y otros hombres disfruten del placer de conducir por la calles de la ciudad. Orgulloso trepó a su máquina y por medio otra vez del dominio de las leyes del electromagnetismo abrió la puerta de la calle sin descender de su vehículo. Y salió al mundo.

Las calles estaban atestadas de máquinas similares a las de nuestro héroe, mientras se movía lentamente entre las demás máquinas, cuyos movimientos eran regulados por máquinas que cambiaban de colores a intervalos regulares, el hombre pensaba en su incómoda situación al ir atento al volante, pensaba que los ingenieros de las fábricas de máquinas-automotoras debían diseñar maquinas capaces de dirigirse, previa programación, al lugar de destino mientras él podía tranquilamente leer el periódico o usar su máquina computadora portátil sin preocuparse de las demás maquinas, si, posiblemente ya los ingenieros estaban pensando en eso, ese era su trabajo, pensar a diario en nuestra comodidad, cada día debían de hacernos la vida más fácil, ese era el fin último de la tecnología.

Los párrafos descritos arriba parecen ser el sueño que describieron en sus novelas Isaac Asimov y H. G. Wells, pero no es ficción, es el mundo real, es el ahora. Deje de leer estas líneas un momento y mire a su alrededor. Lo primero es que si está leyendo esto usted está dotado de una máquina-computadora o lo está leyendo desde, como les gusta decir a muchos, un dispositivo móvil, o, si está más en la “onda” desde un Ipad. Puede estar en un ambiente de aire acondicionado o al menos las aspas de un abanico le refrescan el calor de Santo Domingo o de la ciudad donde se encuentre, porque gracias a las maquinas esta página ha sido leída hasta en la Republica Checa.

No estoy en contra de la máquina, en cuanto máquina. Desde la revolución industrial el hombre ha dado pasos tecnológicos gigantes que han acortado distancias, se han descubierto variedades de alimentos que han paliado el hambre, en medicina, por ejemplo no sabemos hasta donde se pueda llegar con las células madre, o sea la tecnología llegó, vive con nosotros eso es innegable, y si yo pretendiera aquí a que volviéramos a las cavernas sería más que un inepto. Pero esa misma técnica nos ha traído también grandes dolores, veamos como lo resume Ernesto Sabato: “Pero en cuanto levantaba la cabeza de los logaritmos y sinusoides, encontraba el rostro de los hombres. En 1938 trabajaba en el Laboratorio Curie, de París. Me da risa y asco contra mí mismo cuando me recuerdo entre electrómetros, soportando todavía la estrechez espiritual y la vanidad de aquellos dentistas, vanidad tanto más despreciable porque se revestía siempre de frases sobre la Humanidad, el Progreso y otros fetiches abstractos por el estilo; mientras se aproximaba la guerra, en la que esa Ciencia, que según esos señores había venido para liberar al hombre de todos sus males físicos y metafísicas, iba a ser el instrumento de la matanza mecanizada”. (Ernesto Sabato. Hombres y engranajes. Reflexiones sobre el dinero, la razón y el derrumbe de nuestro tiempo).

Esa tecnología que glorificamos, ahora como nunca, también se ha utilizado para sembrar la muerte y la desolación, en el pasado como ahora. Dice Albert Speer en sus memorias que la enormidad de los hechos cometidos por Hitler se debió a que este se aprovechó de la técnica para masificarlos.

En este momento hay una peligrosa glorificación de la máquina, antes se decía “tanto tienes tanto vales” ahora es cuantos juguetes tienes, eso vales. Las personas que por alguna razón, sea económica o por decisión propia, tiene un equipo celular móvil de al menos un año de antigüedad se le denosta con “un estas atrás” o “estas quedao”. Como es posible que una sociedad se deshumanice al punto de ver la calidad de vida de una persona por el celular que tiene o por el tipo de vehículo que conduce. Fíjense que él diseño de los autos todo terreno está hecho de tal forma que producen la imagen de grandeza, fíjense si no, en una Hummer, un vehículo monstruoso cuyo único objetivo es humillar. Repito las maquinas son importantes en nuestra vida, pero no al punto de convertirlas en dioses.

Quiero terminar dejando esta reflexión de un hombre que estuvo en el centro del conflicto más terrible del siglo XX y quizá de toda la historia de la humanidad. Me refiero al arquitecto Albert Speer, arquitecto del tercer Reich, primero, y luego Ministro de Armamento y Producción Bélica del Reich, el tribunal de Núremberg le condenó a 20 años de cárcel en la prisión de Spandau:

Cuanto más se tecnifique al mundo mayor es el peligro…Como antiguo ministro de unos armamentos altamente desarrollados, es mi último deber constatar aquí que una nueva gran guerra acabaría destruyendo toda cultura humana y toda civilización. Nada impediría a una técnica y una ciencia que hubiesen escapado a nuestro control consumar la obra de aniquilación del ser humano que han iniciado ya en esta guerra tan terrible……Todos los estados del mundo corren el riesgo de caer bajo el terrorismo de la técnica….Por lo tanto cuanto más se tecnifique el mundo será más necesario que, en contrapartida, se fomente la libertad individual y el respeto de cada hombre hacia su propia dignidad……El complicado aparato del mundo moderno puede, mediante impulsos negativos que se incrementan mutuamente, descomponerse de forma irremisible. Ninguna voluntad humana podría detener esa evolución si el automatismo del progreso diera otro paso en su marcha hacia la despersonalización del hombre y lo privara cada vez más de la responsabilidad de sus propios actos”. (Albert Speer. Memorias. Editorial Acantilado. 2008. Pags.923-924,929)

lunes, 13 de agosto de 2012

LA FALACIA DE LOS SISTEMAS Y LA FILOSOFÍA DE LA SÍNTESIS ABIERTA DE LEWIS MUMFORD

Acabo de conocer, via Facebook, a un intelectual interesado en la difusion de la obra de Lewis Mumford. Reproduzco aqui su trabajo publicado en 15MCEUTI.

Por José Manuel Pérez Rivera

Con la publicación en 1951 de su libro “La conducta de la vida”, Lewis Mumford daba por concluida la serie “La renovación de la vida”, que inició en 1930 con la redacción de “Técnica y Civilización” y de la que también formaron parte otras de sus más conocidas obras como “La cultura de la ciudades” (1938) y “La condición del hombre” (1944). En este libro de nombre tan emersiano,-de hecho su admirado Emerson tenía una obra igualmente titulada “la conducta de la vida” (1860)-, Mumford aborda los aspectos subjetivos de la condición humana que en su opinión debían ser transformados para alcanzar la renovación de la vida que él propone. Una idea que pivota este libro es su manifiesto escepticismo sobre los sistemas filosóficos, políticos y económicos cerrados que durante tanto tiempo han marcado la historia de la humanidad. 
            Para Mumford, la mayoría de las filosofías éticas han tratado de aislar y estandarizar los bienes de la vida, y de establecer unos u otros conjuntos de propósitos supremos. Estas filosofías “han considerado el placer, la eficacia social o el deber; la imperturbabilidad, la racionalidad o la autoaniquilación como la principal cúspide de un espíritu disciplinado y cultivado”. Este esfuerzo para reducir gradualmente la conducta valiosa a un único conjunto de principios coherentes e ideales finales no hace justicia, en su opinión, a la naturaleza de la vida, con sus paradojas, sus complicados procesos, sus conflictos internos, sus algunas veces irresolubles dilemas.
Tal y como crítica con acierto Mumford, “con el fin de reducir la vida a un único y claro modelo intelectualmente coherente, un sistema tiende a olvidar los diversos factores que pertenecen a la vida en razón de sus complejas necesidades orgánicas y sus cada vez más desarrollados propósitos. Realmente, cada sistema histórico ético, ya sea racional o utilitario o trascendental, suavemente pasan por alto los aspectos de la vida que son cubiertos por los sistemas rivales: y en la práctica cada uno acusará al otro de inconsistencia precisamente en esos imprescindibles momentos cuando el sentido común felizmente interviene para salvar el sistema de la derrota. Esto representa un fracaso general en todos los sistemas rigurosamente formulados para satisfacer todas las diversas y contradictorias ocasiones de la vida”. A modo de ejemplo y manera sarcástica, comenta que el hedonismo no es una filosofía demasiado adecuada en el caso de un naufragio. En este sentido recuerda que en toda ocasión “hay un tiempo para reír y un tiempo de llorar; pero los pesimistas olvidan la primera cláusula y los optimistas la segunda”.
En opinión de Lewis Mumford, “la vida no puede reducirse a un sistema: la mejor sabiduría, cuando se reduce a un único conjunto de insistentes notas, se convierte en una cacofonía: de hecho, cuanto tercamente se adhiere a un sistema, más violencia infringe uno a la vida”. Afortunadamente, según explica este gigante del pensamiento contemporáneo, “las actuales instituciones históricas han sido modificadas por anomalías, discrepancias, contradicciones, compromisos”. Haciendo gala de su proverbial maestría en el uso de las metáforas, considera a estas anomalías con los más ricos abonos orgánicos: “…todos estos variados nutrientes que permanecen en el suelo social son vistos con gran desprecio por los creyentes en los sistemas: al igual que los defensores de los fertilizantes químicos antiguos, no tiene noción de que lo que hace al suelo utilizable y nutritivo son, precisamente, los restos orgánicos que quedan”.
No menos ilustrativa es la metáfora que compara a los elementos discrepantes a cualquier sistema cerrado con los componentes del aire: “…esta tendencia hacia la relajación, la corrupción, el desorden, es lo único que permite que un sistema escapar de la auto-asfixia: un sistema es en realidad un intento de hacer que los hombres respiren dióxido de carbono u oxígeno solamente, sin los otros componentes del aire, con efectos que son temporalmente soporíferos o estimulante, pero al final serían letales; ya que si bien cada uno de estos gases es necesario para la vida, el aire que mantiene vivos a los hombres es una mezcla de diversos gases en la debida proporción”.
Pero es el campo de la política donde Mumford ve con más claridad la falacia de los sistemas con vocación exclusivista. Así, según este célebre pensador,  desde el siglo XVII hemos estado viviendo en una época de fabricantes de sistemas, y lo que es aún peor, en aplicadores de sistemas. El mundo se ha dividido, en primer lugar, en dos grandes grupos: los conservadores y los radicales, o como los llamó Comte, el partido del orden y el partido del progreso, como si tanto el orden y el cambio, la estabilidad y la variación, la continuidad y la novedad, no fueran igualmente fundamentales atributos de la vida. La gente, a conciencia, debían llevar sus vidas conforme a un sistema: un conjunto de principios limitados, parciales y excluyentes. Trataron de vivir por el sistema de romántico o por el sistema de utilitario, ser totalmente idealistas o totalmente prácticos”. Llevado al terreno práctico, Mumford comentaba que si los estadounidenses fueran rigurosamente capitalistas tendrían que olvidarse de la educación pública gratuita que apoyan, ya que constituye, de hecho, una entidad comunista.
Su crítica al capitalismo, como sistema económico predominante en su país, es rotunda. Para Mumford, ya desde mediados del siglo XIX, se había hecho evidente que el más autoconfiado de los sistemas, el capitalismo, que había llegado como un saludable reto, -al inmovilizar los privilegios y fomentar la salida del letargo feudal-, pasó en poco tiempo a mutilar a los jóvenes e inocentes obligándolos a trabajar catorce horas al día en las nuevas fábricas, además de hacer morir de hambre a los adultos, “en obediencia a la ley ciega de la competencia del mercado, operando en un maníaco-depresivo ciclo de negocios”. Poco tiempo hizo falta para entender que el capitalismo, como un sistema puro, era humanamente intolerable. Según Mumford, “lo que felizmente lo ha salvado de la subversión violenta ha sido la absorción de las herejías del socialismo, -las empresas públicas y la seguridad social- que le han dado cada vez mayor equilibrio y estabilidad”.
A pesar de la férrea crítica a los sistemas, Mumford consideraba que, tomados como una herramienta conceptual, tienen una cierta utilidad pragmática: porque “la formulación de un sistema conduce a la clarificación intelectual y, por tanto, a cierto limpio vigor de la decisión y acción”. A esto se dedicaron autores como Comte, quienes iniciaron un proceso de desenredo de “los hilos que forman la urdimbre y la trama de todo el tejido social” que fueron entonces aislados y disgregados. Siguiendo la metáfora que compara la sociedad con un tupido de de hilos de los más diversos colores, Mumford se refiere a que  cuando los hilos rojos fueron unidos en una madeja, el verde en otra, el azul y el púrpura en otras, su verdadera individual textura y color se presentan más claramente que cuando estaban entrelazados en su original y complejo patrón histórico. En un pensamiento analítico uno sigue el hilo y no tiene en cuenta el patrón global; y el efecto de la toma de este sistema en la vida fue destruir la apreciación de su complejidad y de cualquier sentido de su patrón general”.
Según Mumford, “esta clasificación de los sistemas, con su correspondiente división en partes, hizo algo más fácil, sin duda, introducir nuevos hilos de diferentes tonos o colores en el telar social; pero también alienta la ilusión de que un tejido social satisfactorio podría ser tejido de un solo color y fibra. Desafortunadamente, el esfuerzo de organizar toda una comunidad, o cualquier conjunto de vivas relaciones sobre la base de hacer todos los sectores de la vida totalmente rojo, totalmente azul, o totalmente verde constituye de hecho un error radical”. Para ilustra esta idea, Mumford pone, como ejemplo, la inviabilidad de una comunidad en la que todos vivieran de acuerdo con la filosofía romántica. Una comunidad de este tipo “no tendría estabilidad, ni forma de económicamente hacer mil cosas que hay que repetir todos los días”. Si la mayoría de las actividades dependieran de un impulso espontáneo, muchas funciones importantes no serían llevadas a cabo del todo. Mumford plantea la siguiente pregunta: ¿Por cuales deseos espontáneos serían recogida la basura o lavados los platos? Así concluye que “la necesidad, la coacción social, la solidaridad juegan un papel en la vida real que el romanticismo y el anarquismo no tienen en cuenta”.
En resumen, Mumford plantea en “la conducta de la vida” que “tomar una única idea directriz, como el individualismo o el colectivismo, el estoicismo o el hedonismo, la aristocracia o la democracia, y tratar de seguir este hilo a través de todas las ocasiones de la vida, es pasar por alto la importancia del propio hilo, cuya función consiste en añadir a la complejidad y el interés del patrón total de la vida. Hoy en día la falacia de "esto o lo otro" sigue nuestros pasos en todas partes: mientras que esta en la naturaleza de la vida abrazar y superar todas sus contradicciones, no cercenándolas sin parar, sino tejiéndolas en una más inclusiva unidad. Ningún organismo, ninguna sociedad, ninguna personalidad, puede ser reducida a un sistema o ser eficazmente regulada por un sistema. Dirección interna o dirección exterior, desapego o conformidad, nunca deberían llegar a ser tan exclusivas que en la práctica haga imposible un cambio de uno a otro. Porque la esencia de la presente filosofía es que muchos elementos necesariamente rechazados por cualquier sistema único son esenciales para desarrollar el superior potencial creativo de la vida; y que por turnos un sistema u otro debe ser invocado, temporalmente, para hacer justicia a las infinitamente variadas necesidades y ocasiones de la vida”.
Adentrándose en los asuntos prácticos de la vida, esta filosofía de la totalidad no sobrevalora un sistema único de la propiedad o la producción: “al igual que Aristóteles, y los redactores de la Constitución de Estados Unidos sabiamente favorecieron un sistema mixto de gobierno, así mismo promovieron una economía mixta, no temerosos para invocar medidas socialistas cuando la libre empresa lleva a la injusticia o la depresión económica, o  favorecer la competencia y la iniciativa personal cuando los monopolios privados o las organizaciones gubernamentales se atrancan en la apática seguridad y la inflexible rutina burocrática”. Esto postulado expresa con claridad la filosofía que el mismo Mumford denomina “de la síntesis abierta”, tanto que para asegurarse de que quedará abierta Mumford llego a decir que “voy a resistir la tentación de darle un nombre. Sus futuros seguidores, “aquellos que piensan y actúan en su espíritu, pueden ser identificado, tal vez, por la ausencia de etiquetas”.
Lewis Mumford, al final de su explicación de la tesis sobre la falacia de los sistemas, asemeja esta idea a la afirmación de la vida orgánica. Partiendo de este postulado, pone en cuestión la eficacia de un único principio para conducir “una existencia armoniosa y bien equilibrada, -ya sea para la persona o la comunidad-, entonces la armonía y el equilibrio tal vez demanda un grado de inclusividad e integridad suficiente para alimentar todo tipo de naturaleza, para crear la mayor variedad en la unidad y para hacer justicia a cada ocasión”. En resumidas cuentas, “esa armonía debe incluir y resolver las discordias; debe tener un lugar para la herejía, así como para la conformidad: para la rebelión así como para el ajuste, y viceversa. Y ese equilibrio debe mantenerse contra golpes repentinos e impulsos: como el organismo vivo, debe tener reservas a su alcance, capaces de ser movilizados con rapidez, siempre que sea necesario para mantener un equilibrio dinámico”.
La filosofía de la síntesis abierta de Lewis Mumford pensamos que es un buen antídoto contra el pensamiento único y la globalización aniquilante de la variedad y diversidad de la naturaleza humana. No es útil ni práctico para salir de la crisis multidimensional a la que nos enfrentamos atrincherarse tras los pesados sacos de ciertos principios ideológicos que venimos cargando desde siglos atrás. Ni el capitalismo ni el comunismo; ni la izquierda ni la derecha; ni los cristianos ni los musulmanes; ni ninguno de los otros grandes bloques ideológicos o de creencias que se han enfrentado en el pasado han demostrado tener una respuesta adecuada para salir del callejón al que nos ha llevado nuestra supersticiosa fe en los sistemas cerrados. Podemos vivir aislados del mundo y de la influencia de otras ideas, como los miembros de la secta musulmana rusa recientemente descubierta en Rusia, que han permanecido durante más de diez años encerrados en un zulos construidos en ocho niveles subterráneos para no intoxicarse con las ideas procedentes del exterior, o bien podemos apostar por la búsqueda de la síntesis abierta propuesta por Mumford. De nuestra decisión depende el futuro de la humanidad.

viernes, 10 de agosto de 2012

Transhumanismo VS Integridad Humana

“Y la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; Mas sabe Dios que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal. ”
-Génesis 3:4-5



 El ser humano ha soñado durante mucho tiempo con la idea de la inmortalidad. Históricamente, los líderes de las dinastías han ofrecido abundantes premios a las personas que se acerquen a la revelación de los secretos de la vida eterna en la Tierra con el objetivo de poder preservar su capacidad de gobernar para toda la eternidad. 

Un prominente científico ruso dice que ese logro será posible cerca del año2045 através de un concepto profundamente estudiado y difundido por los investigadores Steve Quayle y Deyo Stan. El proceso implica la generación de avatars humanos holográficos totalmente funcionales y la transportación de la “conciencia” humana a un cerebro artificial. Si bien el proceso general de “inmortalidad” está diseñado para ser completado para el año 2045, los científicos indican que el acto de trasplantar un cerebro humano en un cuerpo artificial, será viable en tan sólo siete años. 

Hace unos días se publicó aquí en Pijama Surf una nota que explicaba el método de financiamiento que está elaborando Dmitry Itskov, el científico detrás de la idea,   quién en su website también describe el proceso previsto para la finalización de los avatares de cuerpo holográfico: 


Con la divulgación abierta del programa “2045”, éste esfuerzo le pone cara a los intentos de los transhumanistas subyacentes a utilizar la genética, la robótica, la inteligencia artificial y la nanotecnología para crear un grado avanzado de “seres humanos” con capacidades ilimitadas y una vida útil mucho más larga que la del hombre común. 

El Trans-humanismo (H +), es un movimiento con la ambición de intentar rebasar la posición del hombre natural, y en última instancia, reemplazarlo con un ser total y superior llamado “H +”. Ésta nueva categoría de individuo también será el instrumento que brinde lo que los científicos consideran una progresión inevitable de la evolución humana. 

Aunque la idea del transhumanismo y la creación de los avatars holográficos puede resultar en teoría muy atractiva, hay graves consecuencias e implicaciones éticas con su desarrollo. 

Siendo defensores de la salud natural y teniendo la creencia de que el cuerpo humano tiene su propio diseño intrincado, un intento de convertirse en avatars sintéticos podría en potencia, borrar todos los aspectos de la humanidad que definen nuestro carácter. 

Esta tecnología y su desarrollo también podría ahondar en reinos de la realidad que aún ningún científico ha tenido la capacidad de concebir desde un estándar de comprensión natural y un punto de vista humano. Los físicos teóricos han comenzado a admitir que nuestro universo es una sombra de una realidad más amplia, y el hombre natural apenas puede lograr entender ésta mínima realidad con sus propios recursos. Nos guste o no, éste universo es mucho más complejo de lo que podemos observar. 

A pesar de esto, existen parámetros que definen la experiencia humana, incluyendo las tres dimensiones, los sentidos, las emociones, la voluntad, la conciencia, la moral, el sentido de responsabilidad y finalmentela muerte. Unintento de renunciar a todos estos aspectos de la humanidad, independientemente de cualquiera de los supuestos beneficios, es algo tan alucinante e inclusive tan pretensioso, que se presta para ser material de un guión de ciencia ficción, y sin embargo hay personas que intentan hacer de esto una realidad.

Este proyecto en particular está siendo promovido sin fines de lucro, y se ha estructurado pidiendo ayuda financiera de muchas élites de alto perfil, prometiéndoles acceso ilimitado a la tecnología en desarrollo. Entregar la supuesta inmortalidad a un grupo hegemónico para continuar su dominio por toda la «eternidad» es, literalmente, una jugada del playbook de un villano de cómics. 

Si ésta tecnología (u otras similares) logran tener éxito, su concepto y sus implicaciones podrían ser una amenaza a la humanidad, y eventualmente la reemplazaría con algo que puede ser demasiado absurdo y destructivo, e inclusive algo tan abstracto que sea imposible llegar a considerarse como una realidad. 

Por otro lado existen futuristas y tecno-optimistas, como Ray Kurzweil que explica como la humanidad llegará a aceptar entidades no biológicas como conciencia para dar paso a la singularidad tecnológica (la evolución de la superinteligencia humana a través de medios tecnológicos) y como aprenderemos a integrar éstas tecnologías como parte de nuestra existencia, de la misma manera que nuestros ancestros lograron utilizar el fuego como una herramienta que puede ser usada para el bien como para el mal, pero que finalmente fue un catalizador de la evolución humana. 

Aunque nos parezca lejano, irreal o disparatado poner sobre la mesa a éste tipo de disyuntivas existenciales, es importante intentar entender los escenarios consecuentes de la aceleración exponencial de los desarrollos científicos que se llevan acabo en éste momento.